7/28/2023

EDITORIAL (PERSONA)

En la vida todos portamos máscaras. Estas máscaras cambian según la persona que queremos presentar al mundo. Puede que no nos demos cuenta, pero las características que retratamos variarán según la situación en la que nos encontremos, ya sea en casa con amigos o en el trabajo. Sin embargo, ¿con qué frecuencia nos preguntamos si esa máscara externa o “persona” es representativa de tu verdadero yo interior? El movimiento que describimos en este retrato es la maniobra de un despliegue; desplegamos caras y facetas o nos replegamos y aislamos en caparazón. En la economía de la visibilidad y la atención en la que participamos a diario elaboramos un perfil público en ocasiones muy distinto del privado. Especialmente en inglés la palabra persona alude a esa misma construcción social y pública, al rol que asumimos conscientemente dependiendo del lugar y el contexto. Se dice de alguien que parece más tímido o frágil de lo que su persona pública aparenta, o al revés.


El neoliberalismo ha fomentado mecanismos para negociar entre nuestra persona real y la que mostramos al público a partir de conceptos-pantalla como “proyecto” y “producto”. Pero sobre todo ha lanzado una pregunta al aire: ¿Cómo construir una persona? La dualidad de las esferas privada y pública se manifiesta en cada ocasión y oportunidad. ¿Es el estilo una frontera o contorno entre ambas? ¿Acaso un instrumento para conciliar la persona con su sustancia interior o un fingimiento para divergir? Posicionarse con estilo a un requerimiento exterior significaría conciliar en un mismo plano esas mismas esferas pública y privada de un modo original y auténtico. 

El arte del cartel, (collage como totalidad de fragmentos)