3/14/2021

Sobre algunas esculturas recientes de June Crespo

 

June Crespo, CoreLa Plaça (2019) comisariado por David Bestué en la plaza Can Colom de Hospitalet. 
Fotografía: Juande Jarillo



Entre la última producción de June Crespo destacan unas esculturas de hormigón armado que por su tamaño y peso suponen una novedad en la obra de la artista. Presentes en Helmets, su exposición actual en el Museo Artium de Vitoria-Gasteiz, estas esculturas articulan la gramática expositiva  a modo de puntos de anclaje espaciales y visuales. Cada una de ellas lleva el título genérico de Core y se caracterizan por un mayor esquematismo y síntesis formal. Circula por ellas la dialéctica de lo cóncavo/convexo, negativo/positivo, presencia/ausencia, duro/blando, pesado/ligero. Algunas de estas piezas fueron producidas en 2019 para el espacio público de la Plaça de Can Colom, en Hospitalet de Llobregat, a partir del comisariado de David Bestué. Esculturas de exterior, pueden estar a la intemperie y también participar en una exposición de museo. 


Hay aquí una lógica objetual muy del minimal; elementos modulares que pueden colocarse de distintas maneras y que ahora adoptan una posición más horizontal que vertical. Literalmente, yacen en el suelo, al raso. De la verticalidad de la estatua se pasa ahora a una horizontalidad que evoca el descanso, el juego y los patios de recreo. La reducción longitudinal de un cuerpo tumbado a una forma-tubo. El espacio negativo horizontal generado a partir de pilares redondos, tuberías o bidones metálicos puede contener un cuerpo. En el espacio público su significado tiende más a lo funcional que a lo contemplativo. Invitan tímidamente a sentarse o a jugar en sus huecos y hendiduras en canal. Esculturas que sin perder un ápice su autonomía como evocan la arquitectura y el juego infantil. Remiten a un paisaje claramente postindustrial, urbano, constructivo. 




    Core, exposición Helmets, Artium, Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Vitoria-Gasteiz. 

Cortesía Galería Carreras Múgica.  

                Fotografía: Ander Sagastiberri                  




Su materialidad explora los accidentes; por ejemplo restos de pintura (azul y roja) de los bidones o barriles empleados en el molde, o los bordes craquelados que, como heridas del encofrado, señalan que el proceso, el azar y la intuición desempeñan un rol importante. La artista siempre ha prestado una extrema atención a las superficies y texturas; el lado soft y el hard. Sin embargo, en lugar de pulirlas o sacarles brillo, gusta dejarlas en bruto. Este núcleo, centro de gravedad o potencia del título inglés Core es también una variante del hard-core. De ahí la relación con las superficies expresivas que la corriente brutalista popularizó en la arquitectura de la segunda mitad del siglo xx. Etimológicamente hablando, el brutalismo no tiene tanto que ver con lo brutal, sino que más bien deriva del francés béton brut. Le Corbusier fue el primero en usar el hormigón armado para diseñar unidades modulares para la construcción de grandes bloques de viviendas. Poco después la expresión new brutalism fue acuñada en el reino Unido por los miembros del Independent Group, Alison y Peter Smithson. 


No es la primera vez que June emplea el cemento o el hormigón, junto con la escayola, la cerámica, la silicona, la resina, la fundición en bronce y otros materiales adaptados al molde. Algunas piezas están hechas con varillas de hierro corrugado (por ejemplo Expansión horizontal, 2007). En vez de espacios en ruina, su trabajo sugiere más una ambivalencia entre algo que está en construcción permanente o que, por el contrario, está demoliéndose. El cemento y la varilla corrugada reenvían a la construcción, pero también a la anatomía ósea del cuerpo humano y que en la tradición escultórica recuerda la esquematización anatómica en las esculturas en parques y jardines de Henry Moore y Barbara Hepworth. 




Una vista de Core de June Crespo en el espacio público de la plaza Can Colom de Hospitalet. 

Fotografía: Juande Jarillo




Por otra parte, estas esculturas incorporan otra relación pertinente aquí. Brutalismo como sinónimo de punk. Ambas comparten una tendencia a la organicidad. Son expresión y desahogo de una condición existencial postindustrial. Este nexo entre el brutalismo en arquitectura y el punk ya fue explorado por no pocas bandas musicales de los años ochenta en lo que, de un modo tanto estilístico como periodizador, fue el post-punk. La dureza de las superficies rugosas y la poesía bruta del concrete fue siempre del gusto de quienes se sentían a gusto en los márgenes de la ciudad postindustrial. Desde el comienzo June Crespo ha mostrado una querencia por el collage punk junto con la yuxtaposición surrealista. El encuentro fortuito y poético de materiales, texturas y objetos estaba ya presente en aquellas Escanografías que recordaban a los rayogramas y fotogramas de Man Ray y Moholy-Nagy. Toda la obra  tri- y bidimensional de la artista bebe de la precariedad material y la economía de medios, algo propio del punk. No menos presentes son los rasgos de estilo: cortes de pelo asimétricos y rasurados; acoplamientos y sexualidad; los fotomontajes “punk” de Hannah Koch; ensamblajes de rompe y rasga o “sostenidos” casi por alfileres; corte y pega radicales, y demás. 


        

Si el post-punk se apropió del ascetismo de la Bauhaus, June Crespo hace de esta austeridad y despojamiento una forma de sinceridad. Un nuevo brutalismo que es aquí sinónimo de una “nueva sinceridad”. Porque estas esculturas no mienten. Se presentan serenas, apacibles, evocando el recreo de muchos parques brutalistas hoy en día abandonados o desacreditados. Con Core, la artista da inicio a una escultura que recuerda a las subculturas juveniles merodeando a través de arquitecturas que un día prometieron una utopía que no fue, pero que excitan nuestra imaginación como ninguna otra cosa. 



                    June Crespo, Core, en la exposición 9kg de oxigénio, comisariada por Uma cerca Falta de Coêrençia, en la cámara municipal de Porto 2019.

Fotografía: Pedro Magalhães