Militant Modernism (Zero Books, 2008) es el atrevido libro con el que debuta Owen Hatherley. Curtido como escritor en la blogoesfera con su visitado y popular un blog sobre arquitectura y urbanismo radicales Hatherley propone en este libro una defensa del modernismo como opción válida para nuestros días, partiendo de algunos de los ejes pivotales e ideológicos que lo sustentaron y alejándose de su mera estetización apta para el consumo. Ya sea repasando modelos aparentemente fallidos como The Barbican de Londres, la rivera del Thamesmead y revisitando los días vorticistas de la revista BLAST con Wyndham Lewis a la cabeza, este escritor super-joven desarrolla un intenso y erudito rastreo alrededor de las formas de modernismo rescatables en un texto que tiene mucho de manifesto. Sus conocimientos son multidisciplinares y no contento con ceñirse a un estudio propiamente centrado en su área de competencia, urbanismo y arquitectura, Hatherley busca y encuentra en la historia del cine y en la teoría crítica sin escatimar metodologías analíticas del llamado Marxismo Occidental pasando por una vigorosa utilización del lenguaje del pop. Por ahí pasan conceptos Brechtianos y análisis de obras como La opera de los tres peniques y Kuhle Wampe (Brecht y Dudow, Eissler, 1932), a Adorno, Althusser y demás. Lo que resulta más llamativo de su estilo es la creación de una forma que bebe de géneros como la crítica musical, algo refrescante que aplicado a los referentes que maneja dan un resultado cercano al collage sonoro; cortante, dinámico y elegante a la vez.
Esta influencia del pop se da en el estilo, y también está presente en el contenido, porque ¿no fue acaso una forma de pop el intento de conquistar la luna por parte de los soviéticos? Así, Hatherley se introduce en un submundo donde caben el funcionalismo soviético de Melnikov y Klutsis, la arquitectura de A+P Smithson, teorías de economía sexual, Herbert Marcuse, J. G. Ballard y demás. Hatherley es más un crítico que un teórico, y esta modalidad de crítica es un ejemplo de cómo no es necesario recurrir a ninguna teoría disciplinar, sean los (antiguos) “estudios culturales” o los (nuevos) “estudios visuales”, a la hora de crear una escritura crítica que se nutre de todo lo que está alrededor a la vez que lo subjetiviza. Sin caer en el academicismo tan en boga del formato PhD, Hatherley no nace de la nada y se convierte en crítico. No sólo su blog es un campo de pruebas, también la frecuencia en ciertos círculos críticos e intelectuales de Londres. Para otra versión de “militante”, entre punk, el pop y teoría crítica ver: http://www.militantesthetix.co.uk/
Tampoco deben pasarse por alto las conexiones diferidas entre la vanguardia europea, es decir el modernismo en las artes que prefiguró una promesa emancipatoria, véase revolucionaria, y la situación específica en Gran Bretaña, el país con mayor y más antigua tradición de clase obrera de Europa y donde el movimiento moderno nunca fue, paradójicamente, excesivamente fuerte como si (a excepción hecha de los vorticistas), se hubiera pasado de golpe del Arts&Crafts de William Morris al brutalismo del alto modernismo (High Modernism, o Late Modernism según Jameson) sin apenas transición. Aunque no se profundiza sobre esto en el libro, ésta es una línea de pensamiento que me lleva a pensar en autores indispensables al respecto, como Raymond Williams y Perry Arderson, ausentes por completo aquí. La consideración de la situación soviética de 1920 y la británica de la post-guerra como utopías nacientes puede ser pertinente sólo a riesgo de señalar las abismales diferencias de ambas situaciones. La sobre-excitación con la que Hatherley somete a sus referentes es similar al exceso y bombardeo al que el lector se enfrenta, en ocasiones con una excesiva agitación de la coctelera posmoderna al servicio de un historicismo cuando menos original (si no en ocasiones de una necesaria ingenuidad no exenta de ensoñación diurna), y que le llevan a escribir, al final del libro, cosas del estilo:
"Just before writing this I watched a DVD of New Order playing in Brussels in 1981. These three men and one woman, all from working class backgrounds in post-industrial, council-estate Manchester -the grandchildren of those sturdy Wigan men reading the racing pages- were playing music which would have astonished and mortified Orwell, what with its blocks of overwhelming electronic sound, unnatural bass rumbles and technocractic shimmers. A retort might be that all this is just a reflection of the environment, and that in a better world someone like Dizzee Rascal or Ruff Squad wouldn't be making sharp, angular, brutal noises via pirated computer programs but whittling sticks or sitting around the fire wassailing. This is a reductio ad absurdum, But if ordinary people are so hostile to new forms, new noises and new shapes, then how did the last forty years of all kinds of jarring, avant-garde street musuc manage to happen? Were the teds, the mods (Modernists, as they were originally known), glam rockers, punks, junglists, even the kids in provincial towns getting wrecked or Saturday nights to the ludicrously simple and artificial hard house or happy hardcore, all somehow class traitors?" p. 124.
Una entrada previa me alertó de una serie de conexiones en relación a un hilo cruzado entre Pop político y utopía que resulta apropiado sacarlo a colación aquí. Entonces no sólo eran Pet Shop Boys o J.G. Ballard, sino también Liam Gillick, quizás el artista que ha defendido con mayor énfasis la necesidad de un pensamiento post-utópico y que halla en el Thamesmead un espacio para la creación de scenarios, bandas sonoras y películas que se esbozan y no se filman y que subvierten la dialéctica utopia-distopía (esta última a la manera de Kubrick). Ver Chantal Mouffe, “Politics and Artistic Practices in Post-Utopian Times”, en Meaning Liam Gillick (MIT press, 2009), donde a pesar de no aparecer mencionados elementos consustanciales a la obra de Gillick como son el Thamesmead y The Barbican, se indaga en el el concepto gillickiano de “utopía funcional”.
Que existe un nexo entre brutalismo, las políticas de las viviendas sociales y el socialismo laborista no es nada nuevo a descubrir aquí. No hablaré de algo que no conozco al detalle, sino sólo mostraré algún botón, quizás por completar el propio libro de Owen Hatherley, llevándolo a algunos ejemplos contemporáneos de artistas y música. Hablaba con anterioridad de una política del pop y de un pop político. Cuando Saint Etienne sacaron su LP Finisterre (en 2002) enseñaban cómo música, psico-geografía, Situacionismo y vanguardia pueden crear un frente común. No sólo por la posterior edición de un vídeo documental que retrata la ciudad de Londres durante 24 horas, sino sobre todo por la inclusión de collages del artista Jakob Kolding para ilustrar la portada del disco y también su interior, y donde las malas prácticas urbanísticas, las promesas de futuro, los avatares de la clase social, las subculturas asociadas al deporte y el pop se refunden en una sociología de lo urbano donde el aburrimiento es sólo el momento de reposo del impulso transformador. Un retrato del urbanismo y la arquitectura en Gran Bretaña que también está presente en otra trabajo de otra artista contemporánea, Johanna Billing y su vídeo Look Out! donde un grupo de jóvenes recorren unos apartamentos vacíos junto a la administradora en el más completo de los mutismos.
Language Lab song
The perverse possibilities of the Barbican
You could be invisible here
You can get a notion of
floating across the city
I feel a nostalgia
For an age yet to come
Finisterre
Natwest, Barclays, Midlands, Lloyds.
Use a bank? I'd rather die.
I loved to draw when I was a little girl
It helped me see the world as I wanted it to be
Sometimes I walk home through a network of car parks
Just because i can
I love the feeling of being slightly lost
To find new spaces, new routes, new areas
I love the lack of logic
I love the feeling of being slightly lost
I belive that music in the long run can straighten out most things
There are too many bands that act lame
Sound tame
I believe In Electrelane
Over here it's new, it's now, it's you, it's clean
The beard and lipstick scene
So look beyond Big brother, gossip culture,
So bored of stupidity
The myth of common sense
I believe in Donovan over Dylan
In love over cynicism
Oh, ??????????
Finisterre, to tear it down and start
again (x3)
Think about the love back in Finisterre
Five miles north is a town
of silver birches
Twenty-seven chuches
A look of horror if you drop a H
Around here its hoods up and heads down
Got it the wrong way around
When things get turned around
I slow down
Dream about the notion of the perfect city
Imagine the 19th century never happened
Just a straight run from Beau Brummell to Bauhaus
Dreams never end
This house believes in skyscrapers
Chorus (x5):
Finisterre, to tear it down and start again
Think about the love back in Finisterre
I want to know the whole of the city with you