En la RAE, Real Academia de la Lengua
Española, un encarte es una “hoja o fascículo, generalmente de propaganda, que
se inserta en una publicación”. Hay encartes de todo tipo, no solo con
intención publicitaria. El encarte conoce una historia rica y variada en la
historia de la imprenta. A menudo el encarte conlleva una anomalía en el
formato, una intención de transgresión o una plusvalía añadida al contenido de
la revista o periódico. Por otro lado, la palabra “encarte” apenas se utiliza;
más bien nos referimos a esos encartes como posters, facsímiles, librillos, fe
de erratas o simple y llanamente propaganda, publicidad. El encarte no tiene ni
siquiera que ir dentro del periódico. Esta semana hemos comprobado que la
prensa no ha olvidado sus estrategias comunicativas que se remontan a siglos
pasados. Los siete principales periódicos de España venían con el mismo un
encarte en la portada, de tipo publicitario. Un gran Banco había, nunca mejor
dicho, insertado dicho encarte.
Hay no obstante, encartes más dichosos,
como éste que reproduce la fotografía. A la emoción de recibir un número
monográfico de la revista italiana Rassegna dedicada al checo Karel Teige
(1900-1951), de 1993, se suma la sorpresa del encarte; una hoja A2
perfectamente doblada del diario holandés de Volkstrant, (fechado el 26 de
febrero de 1994) que reproduce un artículo e imágenes sobre Teige con motivo de
la exposición retrospectiva del checo en el Stedelijk Museum de Amsterdam. Las
imágenes, como no podía ser de otra manera, reproducen el libro de letras Abeceda, de 1926. El encarte es, en este
caso, un suplemento, una bonificación o, lo que en el pop se denomina un bonus track. Gracias Stefan, quienquiera
que seas.
Los encartes completan nuestras
colecciones y nos hacen más felices. Añaden riqueza al ya de por sí vasto
archivo editorial. Volvamos a emplear la palabra “encarte”.