7/28/2019

Subculturas ayer y hoy. Sobre "Quadrophenia" (1979), Franc Roddam




Quadrophenia, 1979, dirigida por Franc Roddam y producida por The Who



Un visionado de la película producida por The Who en 1979, Quadrophenia, certifica que las llamadas subculturas pueden historizarse como pasado. No es únicamente el tiempo transcurrido (cuarenta años), ni tampoco la repetición del estilo convertido en todo un manual de guardarropía. Toda aquella rebeldía de clase y antagonismo respondía a una causa estructural enrraizada en la sociedad británica desde la segunda guerra mundial; desde la "invención" de esa nueva categoría, el tennager, a la socialización del consumo para las clases medias y obrera. 

El tono documental del filme, realista, dirigido con habilidad por Roddam, lo emparenta con otros grandes del realismo británico como Loach y Anderson. La batalla de los mods con los rockers en Brighton saca a relucir lo mejor de este realismo. No puede ser éste y otros elementos de realidad, propios del documental, la mejor herramienta para capturar un descontento y resentimiento de clase.

Lo verdaderamente interesante es la propia periodización del filme, el cual reproduce el revival mod alumbrado por The Who y Pete Townshed, quienes pocos años antes publicaban el álbum homónimo que da título a la película. Este revival mod en 1979 historiza, abarca un bucle temporal: trata del pasado, en concreto de 1964 en el que los media británicos cubrieron entre sorprendidos y escandalizados las peleas entre mods y rockers en las playas de Brighton y Margate. Al principio de la película, el protagonista mod, Jimmy (Phil Daniels), pega con orgullo en su habitación de adolescente recortes de 1964. Más tarde, el filme recrea aquellas luchas. Desde el año de estreno de Quadrophenia, 1979, este revival mod se ha hecho perenne. Desde The Jam y Paul Weller primero, la new wave después, y el Britpop de los noventa, el “estilo”, literalmente la moda mod, es uno más dentro del catálogo de la diversidad del capitalismo de consumo. El polo Fred Perry, que Jimmy viste en la película, ha pasado a connotar ideologías completamente opuestas a las de su origen; el significado del estilo se carga y se descarga ideológicamente a partir de apropiaciones y détournements variados.

La melancolía de Quadrophenia no está en un estilo que ahora mismo es casi mainstream. La melancolía está en la constatación de que, como bien describiera Dick Hebdige en su seminal Subculture: The Meaning of Style, lo que hace comprensible una subcultura para sus miembros es el significado del estilo, si bien, con el final estructural de la subcultura, lo único que pervive es el estilo. ¿Pero para qué finalidad? ¿Para únicamente vestir con significado?

Quadrophenia describe, al baile de My Generation de The Who, el dilema de la juventud de clase trabajadora en el Reino Unido de los 60 y 70: individualizarse, no ser uno más dentro del redil, a la vez que formar parte de un colectivo, de una identidad de grupo. La vieja dialéctica moderna que atraviesa todo el siglo XX, el individualismo y la masa (en una sociedad de y para las masas). A su vez, el filme trata con acierto el siempre espinoso asunto de la ideología; la relación del adolescente, el mod, con toda una serie de Aparatos Ideológicos del Estado (Althusser obliga); la familia, la policía, la justicia y el trabajo. En este sentido es directa y transparente. Los significados políticos de Quadrophenia se alían con los más puramente estilísticos. Es esta combinación la que proporciona, aún hoy, fuerza a la película.

El gusto de los mods por el traje chaqueta lo resignificaba por completo. La inconfundible parka verde M51 del ejercito por encima del traje chaqueta cumplía una doble función: por un lado era la típica apropiación subcultural que dotaba al individuo mod de un uniforme con el que ingresar en una colectividad, y por otra cumplía una función, proteger al mod del viento y la lluvia en sus traslados en sus Lambrettas (otro “mito” barthesiano profusamente analizado en otro lugar por Hebdige). Era típico de las subculturas la producción de dobles significados, el bricolaje, a modo de collage surrealista, de yuxtaponer dos realidades presuntamente incompatibles: Union Jack/parka; agujero/camiseta; o los peines de metal como metáfora del narcisismo del mods y arma de lucha. Pero a toda esta fascinación por el estilo sumémosle la ideología, la clase, y toda una poética de la desviación y la marginalidad.

Beatniks, hipsters, teddy boys, rockers, mods, punks… son hoy los estilos de una nostalgia post-punk que no cesa de reproducirse a cada instante, en todas las boutiques y canales off y on line.





7/10/2019

Nota sobre moda y estilo





La moda es uno de los espacios más propicios para el estilo. Las envolturas del tejido de la ropa fácilmente corresponden con el efecto de superficie y revestimiento; en ello coincide con la originaria definición del estilo (Der Stil) de Gottfried Semper en donde las técnicas textiles de trenzado y tejido mantienen una relación con la arquitectura a partir de estructuras de capas y envolturas. La correlación y, al mismo tiempo, la diferencia entre moda y estilo es aquí fundamental: mientras que la primera puede verse como una de las contribuciones principales de una fase del capitalismo que dio origen a la modernidad –a partir de la industrialización progresiva desde mediados del siglo xix y la expansión colonial–, el estilo es el equivalente más inmediato en las sociedades posindustriales de la actual fase del capitalismo (tardío, posmoderno o neoliberal). Éste es uno de los principios: el estilo es el rasgo definitorio de una época posmoderna o posmodernista, y cuyo comienzo empieza a vislumbrarse en las formas culturales de los años sesenta proyectando su influencia hasta nuestro presente. Es posible afirmar que el origen de la moda tal y como la conocemos no solo se debió a un cambio en la forma y los usos del vestido, sino que es un fenómeno descendiente del capitalismo europeo a partir de, digamos 1850, y que supuso un cambio particular indisociable vinculado a la modernidad y a la búsqueda de lo nuevo. (1) Por su parte, el estilo sería su contrapartida contemporánea aplicada a todos los ámbitos del consumo y la estetización general de la vida (desde el vestir al diseño doméstico, la música, la arquitectura o cualesquiera sean los dispositivos culturales afectivos de los que nos servimos). El estilo es el fenómeno (icónico, semiótico y cuasi-antropológico) que sigue a una cultura visual de masas; su producto inmaterial más elaborado, dirigido al aparato óptico y de decodificación de la imagen.

La equivalencia entre moda y el estilo, el uso indistinto que se hace de una y la otra, se explica en parte en la enorme influencia que la moda sartorial tuvo en la configuración de un imaginario (visual y mnemónico) durante la modernidad. Podría incluso argumentarse, que la moda no solo fue el resultado de una industria textil que artificialmente creó un mercado para explotar su capacidad de producción sino que, además, dialécticamente, puede comprenderse que el crecimiento industrial en el periodo moderno fue la respuesta a la demanda generada por la valorización de lo nuevo que la modernidad incorporó como su seña principal. De esta manera, la moda no debería de verse únicamente como una consecuencia del capitalismo sino como uno de los factores que contribuyeron a su ascenso y establecimiento. La moda pasa de ser una artesanía a convertirse en una industria en el periodo que comprende la segunda mitad del siglo xix y el primer cuarto del siguiente. En ese periodo incipiente de la cultura y el consumo de masas, prepara el camino para la posterior ascenso de una cultura visual donde el fetichismo del objeto y la imagen devienen una.

El estilo comparte con la moda que ambas aparentan una presunta falta de sustancia o elevación artística o metafísica. Sin embargo, es a través de las veladuras y capas superpuestas que la insustancialidad, superficialidad fingida de la moda puede revelar las ansiedades culturales y sociales de toda una época. La moda es un paradigma de la modernidad, aquella que equipara la mode con la modernité y que, en la posmodernidad, ha sido reemplazada por el estilo. Éste incorpora la moda en su interior pero ya desprendido del componente sartorial, textil, imbuida en una cultura visual acelerada. Las características de la moda han servido para dotarnos de un sentido historicista (que no histórico) del pasado amalgamando a su paso referencias culturales de otros ámbitos (cine, arquitectura y diseño). Así, la percepción que tenemos de la moda de los años cuarenta, cincuenta y sesenta se han incorporado al imaginario popular de una manera más genérica, a partir de la imagen del estilo de esas décadas que nos hemos fabricado.  

Roland Barthes también indagó en esta cuestión de la temporalidad:

(…) el hoy de la Moda es puro, destruye todo a su alrededor, desmiente el pasado con violencia, censura el advenir, desde el momento en que este advenir excede la estación; y por otra parte cada uno de estos hoy es una estructura triunfante, cuyo orden es extensivo (o extraño) al tiempo, de suerte que la Moda proporciona lo nuevo incluso antes de producirlo y realiza esa paradoja de un nuevo, imprevisible y sin embargo regulado; (…) cada Moda es a la vez inexplicable y regular. Así, abolida la memoria lejana, reducido el tiempo al dualismo de lo que es demolido y de lo que es inaugurado, la Moda pura, la Moda lógica no es jamás otra cosa que una sustitución amnésica del presente al pasado. (2)




(1) Ésta es la tesis de Radu Stern en Against Fashion. Clothing as Art, 1850-1930, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2004.
(2) Roland Barthes, El sistema de la moda, Paidós, 2005.