1/26/2018
1/19/2018
Villa Planchart. Gio Ponti (1953-1957)
De esta conversación salió esta obra de arte y una arquitectura que no solo refleja la personalidad del cliente hasta en los aspectos más íntimos y privados, sino que permite al arquitecto desarrollar todo su imaginario, desde la forma exterior de la villa, el mobiliario, la decoración interior y la cubertería. De esta alianza nace el logotipo invertido de las dos As (Armando y Anala) que forman un diamante. La forma del diamante, el rombo y otros signos astrológicos sirven para que Ponti ponga en marcha sus cinco sentidos y una imaginación desbordante en cada detalle. En esta obra Ponti emerge como un arquitecto-artesano-artista. La entrada a la villa incorpora esta simbología de proceso continuo de la naturaleza; techumbre que filtra el agua al estanque que desborda.
Los muros flotantes, como pieles,
rebasan los límites perimetrales dando una sensación de ligereza y movilidad
(una línea de luz durante la noche amplifica esta impresión). Uno de los aspectos más
llamativos, no perceptibles en estas fotografías, es la composición del
material de la fachada. Se trata de un teselado o mosaico de pequeñas piezas
trabajadas irregularmente en la superficie de manera que genera un textura
física y visual indescriptible. El mosaico o teselado es algo que forma parte
de la estética de la modernidad caraqueña como se puede comprobar en la
Universidad Central de Venezuela y en otros lugares de la ciudad. Hay una
diferencia entre el funcionalismo de la Universidad, su pragmatismo típico del
Movimiento Moderno, su fidelidad incluso, y la sensualidad de este trabajo que
encaja mejor en una definición estética más propia del Modernismo tardío.
Mientras que la Universidad, inaugurada en la misma década, es una elaboración
moderna aplicada en todo su esplendor en una fecha tardía, la construcción de
Ponti encaja de lleno en una necesidad de ir más allá de los preceptos de los
maestros Mies y Corbu. Ambas construcciones, sin embargo, encuentran su razón
de ser en el proceso de modernización capitalista del país en ese periodo. Una
modernización que junto a autopistas y grandes infraestructuras permitió, al
mismo tiempo y sin contradicción, obras de arte en forma de arquitectura que no
excluye el elitismo: joyas como ésta. Es la función del arte de la época de
Calder a Soto, la que de alguna manera sutura los límites entre lo público (de
la Universidad) y lo privado (los Planchart).
Como decía, resulta difícil
capturar fotográficamente la villa. Para una observación del interior se puede
recurrir a otros artículos y reportajes de la villa en Internet. Sin embargo
conviene señalar la importancia de los muros interiores policromados y el color
en su conjunto (por no hablar del patio interior que recoge el agua de la
lluvia, mientras que por la noche, permite observar las estrellas con un
recogimiento único. El arquitecto aquí realiza diferentes pinturas (formas
geométricas sensuales sobre mesas, encimeras, azulejos, paños de color, etc.)
Otro elemento destacado es el gran trabajo de artesanía en el interior, por
ejemplo los suelos de mármoles irregulares con juntas raseadas en un ejercicio
de virtuosismo difícil de ver. El mármol fue enviado desde Italia y todo un
equipo de artesanos establecidos en Caracas trabajaron en este y otros
materiales de la casa. Hay que tener en cuenta que en la década de 1950
Venezuela recibía gente de todo el mundo (de Europa principalmente de Italia y
España), y con ello, talentos artesanos especializados en tradiciones y
culturas locales. Venezuela ha sido tradicionalmente una tierra de bienvenida e integración: los europeos, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, prosperaron al participar en la campaña de modernización del país. Al igual que los refugiados económicos de los países vecinos. Puede decirse sin rubor que esta obra únicamente pudo hacerse
en este país, pues recoge una serie de singularidades que la hacen especial:
una modernidad singular.
Esta sensualidad en los materiales y en su trabajado hace que venga a la mente
otro italiano, Carlo Scarpa, quien no por casualidad diseño el Pabellón de
Venezuela en Il Giardiani de Venecia en la misma época, 1956. Todo
encaja.
Otro elemento destacado es la importancia dado por Gio Ponti al display. Él,
que había concebido la Paretta Organizzata como un módulo de
diseño donde poder recombinar artefactos culturales de modo indefinido, piensa
en la casa en los mismos términos. Hay detalles, en la cocina por ejemplo, que
son verdaderas formas de display. El juego está presente por
doquier. El placer también. Hasta los sistemas de iluminación pueden verse como
marcos donde interactúan formas, colores y objetos (cristales y vidrios).
Esta imagen
(lamentablemente cortada por arriba, techumbre en voladizo) recuerda a la
silueta de la capilla de Ronchamp de Le Corbusier. Hasta ahí el paralelismo: el
parecido cutáneo. El resto es sensualidad.
Etiquetas:
Gio Ponti,
modernidad,
modernismo,
posmodernismo
1/09/2018
The Disaster Artist (2017) dirigida por James Franco
El artista desastre es una especie que
existe antes de que seamos capaces de apercibirlo. En el cine, sin embargo, es
a menudo la producción la que atenúa las incapacidades del artista desastre. La
película de James Franco tiene la capacidad de confrontar el talento junto con
el deseo para hacernos ver que solo con lo último no es suficiente. He aquí una
oportunidad para el lucimiento de Franco, quien en su faceta actor-performer ha
adquirido un lugar propio en el star-system
del cine. Como es sabido, esta película trata sobre el fenómeno The Room, la que está considerada por la
crítica como una de las peores películas de la historia que, de tan lastimera,
ha adquirido un estatus de filme de culto. The
Disaster Artist es la historia de Tommy Wiseau, la persona detrás de The Room, así como el actor Greg
Sestero, quien en un libro homónimo relató la experiencia de filmación de la
infame película convertida en famosa. El punto fuerte de The Disaster Artist es precisamente Tommy, interpretado por el
propio James Franco en un ejercicio de personalismo que enfatiza su lado de “proyecto
personal”. La personalidad excéntrica y carismática de Tommy es un imán para
Sestero (interpretado ahora por el hermano de James Franco, Dave). Este duelo
interpretativo entre los hermanos Franco, James y Dave, coloca la realización
en un juego familiar entre autoridad y fidelidad, seducción y traición,
devoción y una especie de fascinación por el hermano mayor. La interpretación
aquí es entendida como actuación, acting.
Nos encontramos ante una metaficción sobre la actuación y sobre el oficio de
ser actor. La actuación sonrojante en The
Room, y todo lo que rodea su filmación, añade una plusvalía a recuperar:
realizar una buena película a partir de una mala. El personaje real de Tommy
Wiseau es demasiado bueno y demasiado
fuera de toda onda. Es ahí donde James Franco se emplea a fondo y sus intereses
en el arte de performance adquiere consistencia. The Performer Artist, habría que añadir, como coletilla a un filme
que sin el aura del gran cine es capaz de hacernos reflexionar sobre las
pasiones de la fauna que habita el imaginario de la fábrica de los sueños.
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Etiquetas:
cine posmoderno,
performance
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