Lady Oscar, dirigida por Jacques Demy, 1979. Catriona Mccoll como Oscar. |
Siguiendo con la filmografía del cineasta francés, ¿qué decir de esa rareza llamada Lady Oscar? He visionado este filme que corrobora el modo en que la crítica cinematográfica siempre antepone el juicio acerca de la calidad de una película a otros valores subjetivos, sociológicos, estéticos, o lo que sea. Quizás Lady Oscar no pase a la historia como una gran película. Poco importa. Es sin embargo un Demy desde el segundo cero hasta el último, y es igualmente un ejemplo de posmodernismo sin parangón. La historia de esta película es peculiar: producción japonesa, está basada en el manga The Rose of Versailles de Riyoko Ikeda, que en aquella época hacía furor; rodada con actores ingleses en localizaciones como el Palacio Real de Versailles y un pueblecito inglés; dirigida por un francés, tratando de explicar los eventos previos a la Revolución de 1789. Demy lo recibió como un encargo.
La historia abarca desde 1755 hasta 1789. En la primera fecha nace Oscar de Jarjayes, quien al margen de su género biológico es educado como varón por un padre obsesionado por el honor. Muy pronto, Oscar (Catriona Mccoll) desea convertirse en parte de la guardia real monárquica, algo que consigue con la Reina María Antonieta, con quien Oscar comparte la misma edad. Al parecer el manga comenzaba con una mirada japonesa sobre la Revolución Francesa, y María Antonieta en particular, para pronto girar la atención hacia el personaje de una mujer educada como un chico. Oscar no solo hace furor en la corte y eclipsa en popularidad a María Antonieta, sino que además afecta la moda versallesca cuando las mujeres deciden imitar su estilo de soldado. Un estilo cortesano y aristócrata del siglo xviii de por sí feminizado, lo que otorga a todo el juego de género una ambigüedad que Demy realza en su particular visión colorista de las cosas.
Lady Oscar es una película sobre el género y sus performatividades y, a su vez, una producción pop envuelta en papel de celofán sin demasiadas pretensiones. ¿Podría esperarse algo conceptualmente elevado o simplemente disonante de una producción sufragada por la marca de maquillajes Shisheido que ser un escaparate para sus productos? El interés, empero, reside precisamente en ese sello liviano y de estilo que caracteriza el cine del francés; la exploración de géneros cinematográficos adaptados a su manera particular de ver el mundo. Melodrama, musical, fairy tales, ahora cine histórico, etc. Lady Oscar es igualmente un claro ejercicio de estilo posmoderno. Un posmodernismo kitsch que es el referente estético que sin duda Sofia Coppola miró a la hora de hacer su María Antonieta: La reina adolescente (2006). La tipografía de los títulos de crédito connota esta vertiente pop y retro, muy propia de los años 50, en rosa fucsia y azul celeste. (Un detalle formal lo encontramos en las fechas históricas de la trama, que se superponen en super-bold sobre la pantalla y que giran del rosa fucsia al rojo sangre cuando al alcanzar la dramática fecha de 1789).
Lady Oscar no es una película que busque ninguna verosimilitud con el género cinematográfico al que en un principio parece adscribirse (aventuras, tribulaciones amorosas o filme de historia). Precisamente su gracia reside en esta no verosimilitud y en la ironía de la actuación. Después de ganar un duelo a pistola, Oscar se emborracha junto a André, y se lamente de que ni siquiera puede matar como un hombre, a lo que se sucede una pelea de taberna donde él/ella reparte candela como nadie.
Lady Oscar es un caso de gender y genre, de las ambigüedades de cada una de ellas y entre ambas categorías. Es en este sentido una película drag que juega con los estereotipos y la sexualidad con el tono amable y optimista que inunda el cine de Demy. Esta dulcificación viene determinada por ser una adaptación de un manga y por ser al mismo tiempo un cuento, un fairy tale, que alegoriza las diferencias de género, sexualidad y clase. (Esta última atraviesa toda la película, explicando la caída de la monarquía y la toma de la Bastilla con la que acaba la película).
Los verdaderos fans del manga se siente un tanto decepcionados con Lady Oscar porque el personaje de Oscar no es lo suficientemente ambiguo sexualmente. Oscar tampoco representa aquí la androginia. Oscar es aquí muy femenina, alguien que no sabe que es una mujer hasta que crece. En el manga, al parecer, Oscar ha de ser de verdad masculino, hermoso/a pero masculino. Hay en este sentido aquí un esencialismo en el personaje de Oscar. Pero es justo decir que Oscar es un personaje que sería más feliz en una sociedad que no sienta ciertos rasgos pertenecientes a ciertos géneros concretos: ella quiere vivir en un mundo donde puede proteger a la reina con su espada, y estar con el hombre que ama como una mujer. Pero todo esto es un juego de drag, una diversión pop con la identidad, algo que cuesta reconocer si no se está familiarizado con el cine de Demy (Les Parapluies de Cherbourg y Les Demoiselles de Rochefort son aquí ejemplo de recreo y creación de universos subjetivos y personales).
Lady Oscar es un filme a visionar para aquellas personas que sientan curiosidad por el cine de Jacques Demy, gusten de películas con un punto bizarro, o se inclinen por la performatividad del género y el drag. Estas tres cosas, mejor juntas que por separado.