No es el rock mi género favorito sino el pop y la música electrónica. Sin embargo uno de mis álbumes favoritos de siempre es el segundo trabajo de The Stone Roses, titulado Second Coming. Publicado en 1994, se trata de un trabajo que trata de negociar con las expectativas generadas por la banda mancuniana después de su primer y celebrado álbum de 1989. Un lustro después de hits como “I Wanna be Adored” o “She Bangs the Drums” el sonido del grupo cambió por completo, dejando a gran parte de sus seguidores con un palmo de narices.
Descubrí The Stone Roses cuando estudiaba en la Facultad de Bellas Artes circa 1991. La publicación en 1994 de la “segunda venida” venía precedida por no poca expectación. Y lo que la “venida” traía era rock y acordes de guitarra en una secuencia que ganaba a cada escucha. El pop y la mezcla de acido que les encumbró daba la alternativa al garaje, el punk rock, funk y soul norteño, sobre todo mucho de esto último.
Más de veinte años después, este subestimado álbum (incluso para los adoradores de los mancunianos) es posiblemente uno de los mejores discos de rock de la historia. John Squire raya por todo lo alto en una obra que todo amante de la guitarra ha de escuchar. Sonidos de batería a lo Led Zepellin y una rabiosa abertura, “Breaking into Heaven” y “Driving South” dan paso a la dulce “Ten Storey Love Song” que los reconcilia con sus orígenes. A continuación sigue una sucesión de grandes temas, cada uno único en su especie, que dan forma a un álbum redondo, orgánico, difícil, con cambios de ritmo constantes, y que resulta adictivo en la escucha. El clásico álbum que en unas primeras escuchas no engancha o directamente repele, pero que aloja en su interior la semilla imperecedera de las grandes obras maestras. En 1994-1995, Second Coming fue la banda sonora. Todavía lo es.
Postdata: el tema posteado es una versión acortada, el tema original tiene una introducción ambiental de varios minutos para una duración total de once minutos.