Visión del Museo Soumaya desde Museo Jumex, Nuevo Polanco, Mexico DF, con escultura de Jeff Koons. |
Una imagen del supercapitalismo sucede de
manera ampliada en aquellos países donde la desigualdad es más acusada. México
es ahora mismo uno de estos países en pleno proceso de aceleración donde los
contrastes resultan llamativos. El inaugurado museo Jumex (del estudio David
Chipperfield Architects) se inserta en un contexto urbano en pleno proceso de
expansión y renovación. Tal y como me comentó un taxista, la ciudad está
cambiando, y una de las zonas donde lo está haciendo es precisamente en ese
asentamiento. La cimbreante arquitectura del museo Soumaya (obra del mexicano
Fernando Romero) irrumpe el espacio y le da continuidad a un bloque de
edificios corporativos, residenciales y shoping
malls donde las pasarelas y zonas verdes de parqué se interrelacionan con
máquinas de gimnasio. Esta es una de las vistas desde la terraza de Jumex. A un
lado una obra de Fischli and Weiss; abajo un gym; al otro lado un grupo de turistas haciéndose fotos en un Jeff
Koons. Que el arte es una herramienta de las élites, o un instrumento del
hipercapitalismo, alcanza aquí una perfecta armonía, con un punto de
obscenidad. En México, así como en otros países emergentes, las grandes
corporaciones o grupos de empresas en ascenso coleccionan arte. Eso ya no pasa
en España ¿no? Saber que los propietarios de Jumex eligieron ese emplazamiento
resulta significativo: al lado/junto al Museo Soumaya. Pero si el paisaje desde
la base del Jumex resulta atractivo para el turista, ¿qué decir de los detalles
materiales del propio museo mexicano? Hannes Meyer, en su etapa mexicana (1938-1949),
criticó una vez duramente al arquitecto O’Gorman por realizar escuelas en “concreto”
en medio de la naturaleza. Para Meyer, usar cemento era antinatural y el uso de
materiales de la zona resultaba mucho más sostenible y apropiado. Bajar a los
baños del Jumez resulta toda una experiencia: mármol blanco por doquier,
exagerado. Tanto en la librería/tienda como en la entrada a los baños se ha
dispuesto un juego (veteado) de distintos mármoles como si de un assortiment se tratara. Parece que al
final se eligió uno blanco con una ligero veteado. La obscenidad de la
arquitectura y su servidumbre (algo muy implantado en el ADN mexicano actual,
servidumbre al amo, servidumbre al capital) a veces no se desvela en la forma
de los edificios, sino también en el uso de sus materiales (aunque sea a
pequeña escala).
Suelo de la entrada a los baños públicos en Museo Jumex, los baños en sí mismos resultan llamativos. |