11/25/2015
Diagramas, Taller de auto-reflexividad y auto-conciencia
Tres diagramas elaborados en el taller de Dantza Billaka, 19 y 20 de Noviembre, Bilbao.
Situación de la performance hoy en día dentro del "coreographic turn" y la musealización de la
danza y la coreografía.
11/24/2015
Performatividad de la escritura
Taller con Peio
Aguirre
Madrid 45 / Línea 3
Este taller tiene en el acto de la
escritura su principal motivo. ¿Qué supone escribir? ¿Cómo escribir en el
contexto de las artes visuales contemporáneas y en el actual panorama de la
producción cultural? ¿Cuáles son los géneros existentes en la crítica de arte y
cómo podemos abordarlos e incluso subvertirlos? Uno de los argumentos
principales de este taller consiste en que todo acto de escritura es un acto de
afirmación y, por lo tanto, un ejercicio de construcción de sujeto. Distintas
teorías de la performatividad (como la de John L. Austin) sitúan al lenguaje
como el lugar de una obligada conexión entre la palabra y la acción. Hacemos
cosas con palabras y con estas transformamos y damos forma a nuestra realidad y
entorno. Judith Butler ha profundizado en esto, trasladándolo al discurso del
género (gender) y a la identidad
sexual como socialmente determinadas. De modo similar y en el ámbito de la teoría cultural, cualquier género (genre literario, cinematográfico, musical,
etc.) puede ser leído como una formación histórica que aloja un mensaje
alegórico en su interior. La posmodernidad ha complicado esto creando
una situación en la que los artefactos culturales y los new media resisten cualquier clasificación en el sentido
tradicional de las categorías de género. ¿Cuál es la relación entre el gender y el genre? ¿Podemos contemplar la escritura como una performance de la
esfera privada que al publicarse pasa a la esfera pública? ¿Existe una
capacidad performativa en la escritura? El taller se centrará en los mecanismo
psíquicos y subjetivos que surgen en el momento de tomar la palabra y las
dificultades a superar. Susan Sontag, Roland Barthes, Kathy Acker o David
Foster Wallace (entre otros, serán algunas “firmas” a analizar y también a
disfrutar.
Objetivos del taller:
- Hacer una valoración de la situación
actual de la escritura en el contexto de las artes visuales y la cultura
contemporánea. Crítica de arte versus art
writing.
- Trazar las relaciones entre las
distintas modalidades de “crítica” y la escritura.
- Analizar el ensayo y la escritura ensayística.
- Compartir problemáticas comunes.
Analizar colectivamente textos de los
participantes así como los del responsable del taller.
- Compartir lecturas, traficar con
textos.
Dirigido a: Personas que
deseen profundizar en la escritura como un acto creativo en cualquier
disciplina. Artistas, curators, críticos (de arte, cine, literatura, música,
etc.), investigadores/as, académicos, estudiantes realizando tesis, etc.
Etiquetas:
Critica práctica,
escritura,
performatividad
11/18/2015
Función oblicua
Revista "architecture principe", La función oblicua, febrero 1966 |
En el periodo post-Segunda Guerra Mundial
el arquetipo arquitectural del bunker cambia su valencia para pasar a
convertirse en una arquitectura positiva. Si bien el bunker es una construcción
para tiempos de guerra, una fortificación diseñada para defender a la gente y
cuyo diseño es funcionalmente opresiva, esta misma función protectora puede
reutilizarse a modo de abrigo, custodia y seguridad para un potencial
habitante. Una arquitectura también para tiempos de paz. Una arquitectura
poseedora de una dimensión utópica innegable. Algo de esto subyace en Paul
Virilio y su seminal libro (y exposición) Bunker
Archeology, publicado por primera vez en 1976 y que recoge un estudio
detallado (textual y fotográfico) de los restos arquitectónicos de lo que se
denominó la Muralla del Atlántico, un gigantesco proyecto defensivo ideado por la
Alemania nazi en 1942 que recorría todo el litoral del Atlántico desde Francia
hasta el Norte de Europa y donde se pusieron en práctica todas las tipologías
de búnkeres en la que es la mayor utilización de hormigón armado de la
historia.
El bunker comparte con la arquitectura
industrial la posibilidad de su reutilización uniendo la función del arte y sus
objetos en un tiempo igualmente post-industrializado y terciario. ¿Cómo podemos
pensar el pasado y proyectar un modo ético de comportarnos y habitar el tiempo
presente? ¿Cómo vivir la ruina? Umbral de restablecimiento o Seuil de rétablissement. De nuevo
Virilio. Al fondo está la teoría de la “función oblicua” pensada por éste junto
con su cercano colaborador Claude Parent, basada en la idea del desequilibrio y
la inestabilidad motriz, esto es, la idea de que la gravedad es un motor a ser utilizado
al igual que el plano inclinado, dejando la “horizontalidad” como un “umbral de
restablecimiento”. Para ellos, después del orden horizontal del hábitat rural y
el orden vertical del hábitat urbano y la gran metrópolis, es preciso inventar un
tercer orden, el oblicuo, el plano más adecuado para la era post-industrial.[1]
Vivir lo oblicuo. Deslizarse por lo
oblicuo y no por las horizontalidades ni verticalidades del espacio y
pensamientos cartesianos. ¿Quizás en este viejo concepto de la función oblicua pudiéramos
rescatar un equivalente a la dialéctica?
[1] Ver Paul Virilio,
Marianne Brausch, Voyage d’hiver.
Entretiens, Éditions Parenthèses, Marsella, 1997, pp. 56-57.
Etiquetas:
arquitectura moderna,
guerra,
Virilio & Parent
11/11/2015
Ladrillos y globos: arquitectura y capital financiero
Interior Lloyd's Bank, Londres, arquitecto Richard Rogers |
El
término inglés Estate puede ser traducido al español simultáneamente como “estado”,
“inmueble”, “hacienda”, “propiedad” y “herencia”, es decir, el concepto más
adecuado para convertirse en candidato natural para su uso inflaccional durante
todo el siglo XX y principios del XXI. En su ensayo “El ladrillo y el globo:
arquitectura, idealismo y especulación con la tierra”, Fredric Jameson sigue a
Giovanni Arrighi, quien sostiene que a un periodo de desarrollo productivo de
una región en términos industriales le sigue otro de preponderancia del capital
financiero.[1]
En su texto, el teórico norteamericano traza una versión elevada de la
mediación de niveles, en la que la defensa de que el plano económico (la base)
determina en última instancia los restantes debe explicar la especificidad de
la “semiautonomía” del nivel estético en las formas arquitectónicas, y no que
éstas son una mera manifestación de lo económico. Esto es, insertar una
mediación entre el nivel económico o la infraestructura (especulación con la
tierra, capital financiero) y la superestructura (forma estética). La
ambivalencia dialéctica de esta relación queda demostrada, al considerar que
“la especulación inmobiliaria y la nueva demanda de nuevas construcciones abren
un espacio en el cual puede surgir un nuevo estilo arquitectónico”, pero no sin
advertir antes los peligros de esto, pues “parece igualmente ‘reduccionista’
explicar el nuevo estilo en términos de las nuevas clases de inversión”.[2]
Así, se hace necesario contemplar otros factores, tales como lo estético, las
modas, las influencias culturales, que expliquen esta “semiautonomía” de lo
cultural, etc.
Jameson
realiza esta mediación poniendo en contacto la teoría del valor del suelo de Marx
como un “capital ficticio” (pues éste queda al margen de su teoría general del
valor-trabajo),[3]
con la cuestión de la renta y la especulación de la tierra. Aquí reside su
novedad; vincular estos usos de la renta con las formas del crecimiento
urbanístico y en concreto con la formación de estilos arquitectónicos. En
definitiva, se trata de establecer las relaciones entre las abstracciones
peculiares del llamado capital financiero y las que se encuentran en las formas
y en los textos culturales. En algún otro lugar he llamado la atención sobre
que la versión inglesa original del libro de Jameson, The Cultural Turn. Selected Writings on the Postmodern, 1983-1998,
en cuya portada se reproduzca el Hongkong & Shanghai Bank de Foster,
finalizado en 1986, una arquitectura high-tech
que desde la ultimísima ingeniería aplicada vendría a definir perfectamente el
flujo del capital financiero típico del periodo. Existen pocas imágenes más
representativas de lo que dio en llamarse posmodernismo que aquellas en las que
elevados edificios acristalados dormitan apacibles con su puntillismo de luces
fulgurantes.[4]
Pero la
intuición de Jameson es ahora de gran utilidad, al buscar un equivalente a esa
noción difícil de asimilar que es el capital financiero en la especulación de
la tierra, algo que viene practicándose desde hace siglos. De este modo, sigue
la línea detectivesca del origen de Nueva York, y en concreto del Rockefeller
Center, y lo que hizo de esta ciudad estadounidense el mayor centro financiero
marginando la anterior actividad industrial y comercial.[5] Jameson
se concentra en el trabajo de Robert Fitch, The
Assassination of New York, donde se relata el proceso por el cual la
producción es deliberadamente alejada de la ciudad a fin de dejar espacio a las
oficinas de las empresas financieras, de seguros, inmobiliarias, de manera que
“se supone que esta política revitaliza la ciudad y promueve un nuevo
crecimiento, pero su fracaso está documentado por el asombroso porcentaje de
superficies vacías y no alquiladas (los así llamados edificios transparentes)”.[6]
Pero todo este paso de revertir la situación removiendo la industria
manufacturera de Nueva York por una política de FIRE (acrónimo de las siglas Finance,
Insurance, Real Estate) se explica como salida de
una “conspiración” de la estructura del poder de la ciudad que dura más de
cincuenta años y que tiene en el Rockefeller Center su momento fundacional. El
hilo argumental del libro de Fitch es que la distancia de casi el mil por
ciento entre la renta obtenida por un espacio fabril y la recibida por un
espacio de oficinas motivó esta conspiración. Esta política destruyó el tejido
urbano pero creó un nuevo simbolismo en la forma de una nueva arquitectura
denominada como financiera que es preciso analizar desde su inevitabilidad,
esto es, haciendo plausible el hecho de que “el glaseado cultural” tiene
bastante que ver con “los ingredientes utilizados para hacer la torta”, para lo
cual resulta instructivo volverse sobre Manfredo Tafuri, para quien la premisa
es que bajo el capitalismo un edificio
individual siempre estará en contradicción con su contexto urbano y también con
su función social. La lectura que hace Jameson de Tafuri –y posteriormente de Rem
Koolhaas– reside
en que precisamente los edificios interesantes son aquellos que tratan de
resolver esas contradicciones mediante innovaciones formales y estilísticas más
o menos ingeniosas, y que el Rockefeller Center en lugar de resolver estos
problemas y tensiones mediante el diseño, los explicita y resalta, haciendo del
centro un organismo que desafía todas las reglas de la proporción y se erige
por sí mismo en una acontecimiento único que añade más valor simbólico al
rascacielos americano como tipología arquitectónica. Koolhaas, por su parte (en
Delirious New York), responde
entusiasta a las contradicciones que Tafuri denuncia y hace de esta adopción de
lo irresoluble una nueva estética fiel a su idea “esquizofrénica” de “resolver la aglomeración creando más aglomeración”. La diferencia
entre Tafuri y Koolhaas se explica entonces del siguiente modo:
Así, la obra puede resultar ser un acto simbólico, una forma real de praxis en el reino de lo
simbólico: pero también podría demostrar ser un acto meramente simbólico, un intento de actuar en un ámbito en que la
acción es imposible y no existe como tal. Tengo entonces la impresión de que
para Tafuri, el Rockefeller Center es esto último, un acto meramente simbólico
que fracasa necesariamente en la resolución de sus contradicciones; en tanto
que para Koolhaas, la fuente de emoción estética es la acción creativa y productiva
dentro de lo simbólico.[7]
Una
afirmación de este tipo pone el acento en lo simbólico, y el devenir signo de
la arquitectura más reciente –la llamada arquitectura icónica– adquiere un protagonismo
y una preponderancia que ha sido ensalzada hasta su paroxismo y caricatura.
Esto no puede hacernos olvidar que la atención de los arquitectos por volverse
artistas, y concretamente tomar prestado de la escultura precisamente esa
cualidad simbólica y de signo del arte como garantía que trasciende la “mera”
ingeniería ha sido revertida en tiempos recientes, con artistas inflados por el
mercado hasta límites exagerados que únicamente encuentran en la dimensión
social del arquitecto-estrella una nueva medida, y pienso evidentemente en la
escultura-arquitectura de Anish Kapoor ArcelorMittal
Orbit erigida en Londres para las Olimpiadas del 2012 al mismo tiempo como
una celebración y como un monumento al gigante de la metalurgia mundial y a su
magnate fundador; un homenaje al capital (todavía industrial) en la era de su
devenir especular y fantasmagórico.
Pero
regresando a Jameson, la vinculación entre el precio del suelo y el capital
financiero abre la puerta a “futuros” específicos –tanto en el sentido
financiero como en el temporal–, al incluirse la expectativa de futuro como una proyección
valorizada y especulativa de manera muy parecida al modo en el que el arte sirve
de inversión futura, abarcando de este modo todo un abanico de posibilidades
para la recepción del mañana así como la obsolescencia planificada y demás. Esto
nos recuerda que el capitalismo comercia con futuros.
Los
futuros financieros o lo que en la jerga económica se llaman simplemente
“futuros” son unidades de intercambio basados en un acuerdo mercantil entre dos
partes contratantes pero que ha de consumarse exclusivamente en una fecha prefijada
futura. Evidentemente el noventa por cien de estos contratos a futuro no se
consuman sino que se modulan en función de la evolución y oscilación diaria del
valor de dicha compraventa. El dinero ya no es la moneda para comprar o vender
sino que es el objeto mismo del intercambio, el cual modifica su propio valor a
lo largo del tiempo. El análisis de Jameson pone el acento en la arquitectura
del dinero realizada en el siglo pasado y que es ahora mismo una arquitectura
del capital que se extiende ampliamente por Dubái, Qatar y otros paraísos
turísticos y fiscales. El rol de la renta del suelo y la especulación
inmobiliaria en el desarrollo de la metrópolis capitalista es un fenómeno
global y desterritorializado.
Pero la
oposición conceptual entre lo concreto y lo abstracto se manifiesta
también de otro modo. Jameson coge el título para su ensayo de la distinción de
Charles Jencks entre el peso del ladrillo y la ligereza y desmaterialización
del “globo contemporáneo”, y esto puede ser leído aquí como análogo de la oposición
entre lo concreto y lo abstracto. Estas dos características fundamentales de la
semiótica de la modernidad tardía, el “espacio isométrico extremo” y los “volúmenes
revestidos de piel” conformarían las características de una versión extremada
de “lo moderno elevado a la segunda potencia”. La imagen que expresa esto
sería: el ladrillo y el globo, disminuye la masa y el peso a la vez que realza el
volumen y el globo. “Los ‘volúmenes encerrados de cristal’ ilustran entonces
otro aspecto de la abstracción del capitalismo tardío, la forma en que
desmaterializa sin significar de ninguna manera tradicional de espiritualidad.
(…) Del mismo modo, donde el plan libre postulaba la cancelación de un anterior
espacio burgués, el nuevo tipo isométrico infinito no cancela nada, sino que se
desarrolla simplemente bajo su propio impulso como una nueva dimensión”.[8]
Visto
desde la perspectiva del tiempo y confirmando no pocas predicciones sobre la
crisis financiera, el diagnóstico de Jameson sobre la especulación del suelo
como un modo de actuación sistemático se anticipaba en más de una década a la
detección del momento del “ladrillo” como elemento causal de la crisis
económica en occidente. El “ladrillo” se ha convertido ya en el emblema
eufemístico para una política especulativa de larga tradición. También, quizás,
un icono posmoderno que vendría a suplantar a los antiguos lingotes durante la
Fiebre del Oro, en un tiempo donde la demolición de antiguos muros como límites
infranqueables al capital se ha seguido a la progresivo deslocalización y
movimiento a lo largo del globo de los efectos de esta burbuja financiera. Esta
burbuja hinchada de aire (de nuevo el globo), es necesariamente la forma
apropiada para un capitalismo financiero que ha hecho de su condición abstracta
e inmaterial, y la sublimación materialista, su principio primordial. A esto
habría que sumarle la autonomización de la especulación económica como casino
financiero y la propia idea del ciberespacio.
[1] Fredric Jameson, “El ladrillo y el
globo: arquitectura, idealismo y especulación con la tierra”, en El giro cultural. Escritos seleccionados sobre
el posmodernismo 1983-1998, Manantial, Buenos Aires, 1999.
[2] Jameson, “El ladrillo y el
globo…”, op. cit., p. 214.
[3] En este punto Jameson recurre a
David Harvey y su experiencia en la
explicación de las relaciones entre geografía, urbanismo y capital financiero.
El “capital ficticio” es aquí entonces un flujo de capital monetario no
respaldado por ninguna transacción de mercancías, de manera que este capital
ficticio, especulativo, se orienta hacia la expectativa de un valor futuro.
Entre su abundante bibliografía, ver David Harvey, Neil Smith, Capital financiero, propiedad inmobiliaria y
cultura, Universitat Autònoma de Barcelona y MACBA, Museu d’Art
Contemporani de Barcelona, 2005.
[4] Ver Peio
Aguirre, “Perdidos en el espacio: del híper-espacio a los mapas cognitivos”,
catálogo de la exposición Pasajes. Viajes
por el híper-espacio, Obras de la colección Thyssen-Bornemisza Art
Contemporary, LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, Gijón, 2010-2011.
[5] Estos textos estudiados por
Jameson son The Assassination of New York,
de Robert Fitch, Londres, 1996; “La montaña desencantada” de Manfredo Tafuri,
publicado en La
ciudad americana (Francesco Dal Co. Et. al.,) Barcelona, Gustavo Gili,
1975; y también Delirious New York: A
Retroactive Manifesto for Manhattan publicado originalmente por Rem
Koolhaas en 1978.
[6] Jameson, op, cit., p. 218.
[7] Jameson, “El ladrillo y el
globo…”, op. cit., p. 237.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)