Nota tardía a
mi reseña sobre Ghosts of My Life de
Mark Fisher, Zero Books, 2014.
Recientemente
el concepto de hauntology acuñado por
Jacques Derrida en su influyente Espectros
de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional (1995)
ha adquirido una inusitada actualidad a raíz de la vigorización de una crítica
musical que ha visto en las metáforas de los fantasmas del pasado que siempre
acaban por retornar sobre nuestras cabezas una pertinente y actual fotografía
del estado de una cultura en crisis que literalmente saquea el archivo del
pasado.[1]
Efectivamente, prácticamente cualquier cosa nos parece hoy en día saturada de
nostalgia de tiempos pasados mejores, o al menos infectada por la grandeza de
una estética o estilo pasado, retro o
vintage, recordándonos de paso que el
posmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío no fue únicamente
algo pasajero y puntual.
Pero
sorprende menos encontrar rastros de este retroespectralismo tan afín ahora a alguien como Mark Fisher en la
obra anterior del propio Jameson, de la que Fisher es lector atento, y
especialmente aplicado al ámbito de la arquitectura. ¿Cómo piensa la
arquitectura contemporánea la cuestión de la espectralidad cuando es
precisamente ésta una de las señas del capitalismo financiero? Pues bien,
Jameson trata hacia el final de su ensayo sobre esto, apuntando de paso la
fantasmagoría como el estado más afín para describir la naturaleza abstracta y
especulativa del capital financiero.[2]
Dice así, después de mencionar el ciberespacio de William Gibson como un género
representacional para la ciudad y la arquitectura posmodernas:
Con todo, como sin duda estamos obsesionados
por este espectro en particular, tal vez sea en el relato de fantasmas –y
especialmente en sus variedades posmodernas- donde pueda buscarse alguna
analogía muy provisional como conclusión. El relato de fantasmas, en efecto, es
virtualmente el género arquitectónico por excelencia, ya que está unido a
habitaciones y edificios irremisiblemente manchados con el recuerdo de sucesos
horrendos, estructuras materiales en que el pasado literalmente ‘pesa como una
pesadilla en el cerebro de los vivos’. No obstante, así como el sentido del
pasado y de la historia siguió a la familia extensa en el camino, al faltar los
mayores cuyas narraciones pudieran por sí solas inscribirlo como un puro suceso
en las mentes atentas de las siguientes generaciones, también la renovación
urbana parece en todas partes embarcada en el saneamiento de los antiguos
corredores y alcobas a los que sólo un fantasma podría aferrarse. (El carácter
encantado de los sitios al aire libre, como las colinas de los ahorcados o los
camposantos, parecería presentar una situación anterior, premoderna.)
Empero, el
tiempo todavía está ‘fuera de sus goznes’: y Derrida devolvió al relato de
fantasmas y al tema de cómo los fantasmas habitan un lugar (‘haunting’) una
nueva y verdadera dignidad filosófica que tal vez nunca tuvo, al proponer, como
sustituto de la ontología de Heidegger (quien cita esas mismas palabras de
Hamlet para sus propios objetivos), un nuevo tipo de ‘fantasmología’ (‘hauntology’)*, las agitaciones apenas
perceptibles en el aire de un pasado abolido social y colectivamente, pero que
todavía intenta renacer. (Significativamente, Derrida incluye el futuro entre
las espectralidades.)”
¿Cómo hay que
imaginarlo? Uno difícilmente asocia fantasmas con rascacielos, aun cuando he
escuchado historias sobre estructurales habitacionales de muchos pisos en Hong
Kong de las que se decía que estaban encantadas;” (…)[3]
To be continued elsewhere…
[1] Véase principalmente Mark Fisher, Ghosts of My Life. Writings on Depression,
Hauntology and Lost Futures, Zero Books, Londres, 2014. También distintos
escritos de Simon Reynolds, especialmente Retromanía.
La adicción del pop a su propio pasado, Caja Negra, Buenos Aires, 2012.
[2] Anterior a esta referencia Jameson
había escrito una extensa reseña sobre el libro de Derrida. Ver “Marx’s Purloined
Letter” en New Left Review 209, (enero-febrero, 1995). Publicado en castellano
como “La carta robada de Marx”, en Demarcaciones
espectrales. En torno a Espectros de Marx, de Jacques Derrida, Michael
Sprinker (ed.), Akal, 2002, pp. 33-80.
[3] Fredric Jameson,
“El ladrillo y el globo: arquitectura, idealismo y especulación con la tierra”,
en El giro cultural. Escritos seleccionados
sobre el posmodernismo 1983-1998, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp.
242-243.