Pet Shop Boys son unos artistas
multimedia: música, estilo y diseño, escenografía, danza, imagen en movimiento
y arquitectura. Neil Tennant y Chris Lowe entregan ahora un nuevo álbum
titulado Electric en donde merece la
pena fijarse en un tema concreto como amalgama definitorio de cierto posmodernismo
tardío. La canción “Love is a Bourgeois Construct” suena como puro PSB en su
más íntima codificación referencial. La querencia de PSB por el imaginario
comunista es conocido desde que hace ya algunos años pusieran banda sonora a El Acorazado Potemkin (1925) de Sergei
Eisenstein.
Ahora, el explícito título del amor como
construcción burguesa sirve como disparadero para la introducción de temática
marxista en el interior de una de las bandas pop más respetadas y admiradas. La
espectacularización de la ideología es propia de una sociedad donde el consumo
necesita colonizar todos y cada uno de los rincones de resistencia y
negatividad. El empleo artístico de símbolos de la izquierda no hace a ningún
artista ser más de izquierdas, aunque el hallazgo de briznas de utopía en el
interior de los productos de la cultura de masas nos redima de nuestro
conformismo ideológico.
El despliegue en concierto de “Love is a
Bourgeois Construct” es todo un derroche de artisticidad. Lo que en el arte
contemporáneo se denomina como “artefacto cultural”. Si para mucha gente
escéptica la capacidad crítica del arte contemporáneo ya no se encuentra en el
propio arte sino en aquellas esferas de circulación cultural de lo popular,
esto es, en la música, las series de TV, Internet y el cine, entonces
definitivamente no está de más mirar a PSB. Lo que ahí se genera es una
situación “en escena”: desde la imagen de Marx proyectada a partir de
diferentes keywords, el dueto
coreográfico de referencialidad pop, y la cabina post-constructivista con toque
a microchip donde el profeta Tennant lanza sus soflamas acerca del amor, la
burguesía y la búsqueda del alma inglesa.
Pero lo que merece destacarse de “Love is
a Bourgeois Construct” es su referencialidad musical. Para cualquier melómano
la primera escucha supone sumergirse en la memoria personal. Así, el riff que crece orgánicamente no es sino
un fragmento del King Arthur del gran maestro barroco Henry
Purcell (el más grande compositor británico de todos los tiempos). Esta melodía
es más conocida colectivamente desde que el conocido compositor minimalista
Michael Nyman la rehiciera para la banda sonora de la película El contrato del dibujante (1982) de
Peter Greenaway. De este modo, de un solo plumazo, PSB condensan en una melodía
todo un bagaje cultural e histórico como síntoma de una creatividad retromaníaca donde todo es una versión
de otra versión, donde el original nos es inalcanzable. Esta es nuestra cultura
y en ella estamos.
* Publicado en A-desk, 24-07-2013, Barcelona