La canción protesta del pop tiene un nombre: Prefab Sprout |
Conviene fijarse en esa idea de que todo músico representa una amenaza potencial en el interior de su sistema, algo que en el pop pocas veces podría encarnarse en un mesías del talento de Paddy McAloon, alma mater de los británicos Prefab Sprout. Después de triunfar a mediados de los ochenta con “Cars and Girls” o “The King of Rock ‘N’ Roll”, que pertenecen por derecho propio al imaginario del pop, Prefab Sprout sacó en 1989 un LP con el elocuente título de Protest Songs, reafirmando su compromiso social. Para McAloon el poder redentor del pop se asemejaría a la religión, cuya buena nueva secular promete una comunión entre la subjetividad desgarrada del individuo y el entorno. Sin embargo, Protest Songs (eslogan o statement) funciona como un calculado oxímoron entre la cualidad del pop para colarse en las listas de lo más oído sin por ello perder su lado político. Protest Songs va tanto sobre el pop como es un comentario crítico no exento de ironía sobre la tradicional canción protesta. Pero nadie dudaría a estas alturas de Paddy; su fe ciega en el pop como transmisión de mensajes profundos; Paddy, el salvador, quien llegó a decir una vez que él era mejor compositor que John Lennon. Aquel sofistipop que podía sonar tranquilamente en las emisoras se ha convertido en un mito de sí mismo y, lejos de perpetuarse en la cima, ha devenido una música para fans, nostálgicos y otros amantes de lo alternativo. Hace relativamente poco, problemas físicos graves y un secreto recluimiento nos han devuelto a un Paddy irreconocible, casi ermitaño, un look que también ha tenido su influencia epigonal (ahí está I’m Still Here, el falso documental sobre Joaquin Phoenix para demostrarlo). Después de volver literalmente loca a la prensa musical especializada, en 2009, Prefab Sprout lanzó su Let’s Change the World With Music para delicia de sus fans. Esta nueva declaración de intenciones contenía “Let There Be Music”, una oda a la energía creadora de la música con no pocas reminiscencias trascendentes si no abiertamente religiosas. Pero lo veraderamente interesante es que las canciones de Let’s Change the World With Music no eran nuevas sino compuestas todas en 1992 e inmediatamente rechazadas por Sony. Guardadas en un baúl durante casi dos décadas las canciones suenan tan actuales como atemporales. Uno se pregunta si tanta alusión a Dios, por ejemplo en “God Watch Over You”, pudo cohibir a los productores. Lo que está claro es que con su aspecto anti-estrella del pop, McAloon aparenta ahora si cabe más peligroso, y mientras la crítica especializada especula sobre la ingente cantidad de tesoros que Paddy guarda en su cofre uno se pregunta por la clase de futuridad que esconden.
Los Sprouts echan por tierra los estereotipos del género como la sempiterna canción protesta políticamente engagé del trovador/cantautor, una cuestión ésta que bien podría recordarnos la defensa de la autonomía del arte realizada por Adorno (o contra el riesgo de una politización banal de la cultura).
Retrato fantasmagórico de Paddy McAloon, años ochenta |