Necesitaría un meta-comentario para aclarar el post anterior, sobre todo en lo referido al porqué de la posible filiación de Adorno con el post-punk. Obviamente el interés de éste residiría en el carácter deconstructivo de su música sin por ello renunciar a sonar estilísticamente elegante. Fragmentos de jazz, krautrock, nueva electrónica y música clásica combinada con rock en un fenómeno que bebe de la idea de movimiento rupturista, avant-garde y moderno. Escuchar una banda como Gang of Four, por ejemplo, es sinónimo de entrar en un intento de auto-sabotaje formal que genera su propia forma y un estilo propio. Algo parecido ocurre con The Durutti Column, una banda post-punk que recuerda más al ritual de la interpretación mística y en directo de una orquesta o un solista de música clásica que a la comunión exacerbada entre banda y audiencia. Ejemplo de esto, Joy Division.
Obviamente, poniéndonos serios, es ciencia-ficción qué hubiera pensado Adorno, pero lo que realmente importa es observar las ideologías y su mobilidad referencial. Por ejemplo, se contextualiza al grupo The Durutti Column no a través del hilo directo con el personaje histórico español y anarquista Buenaventura Durruti, quien organizó durante la Guerra Civil Española la legendaria "Columna Durruti" que combatió contra las tropas franquistas, sino más bien mediante el cómic situacionista Le retour de la Colonne Durutti, una publicación de cuatro páginas creado por André Bertrand en 1966 en la Universidad de Estrasburgo.
Pero además, esta referencialidad pone de manifiesto la historicidad típica de las bandas post-punk, que en su devoción por las más altas cimas del modernismo estético no dejan de reproducir y reforzar todo lo que el posmodernismo viene siendo desde entonces. Una mirada nostálgica hacía el pasado que poco tiene que ver con la estética agresiva y el “no future” del punk. Más bien, el post-punk deviene una categoría periodizadora en sí misma; finales de los setenta, principios de los ochenta, esa franja temporal que señala el post-Punk de finales de los 70 y comienzos de los 80. Ese segmento temporal concreto (¿de 1977 a 1985?) albergaría en su seno un germen periodizador, en los regresos al pasado de los Nuevos Románticos, el diseño gráfico de Factory Records y el white label de las poéticas musicales mezcladas por tendencias en moda de saltos hacia atrás. Una vez más, el diseño de Peter Saville parece ser la clave estilística interpretativa: desde los primeros diseños de la Factory y la utilización de emblemas y sellos antiguos pasando por frías y elegantes tipografías con serif hasta el primer album de New Order, Movement, una clara adaptación de un diseño del futurista Fortunato Depero (1892 – 1960), pintor, diseñador, ilustrador y demás.
Un apropiacionismo, el de Saville, que no mera ironía, más bien al contrario, se trata de un apropiacionismo del pasado completamente estilístico y subjetivo, de construcción positiva del sujeto, algo que se acrecentará definitivamente en la portada de Power Corruption and Lies, con la pintura floral de Fantin-Latour.
El post-punk, así como el movimiento cyber-punk en literatura y las películas “nostalgia” concuerdan de lleno con el diagnóstico de la lógica cultural del capitalismo tardío de Fredric Jameson. Recuerdo, de hecho y si la memoria no me falla, que en su libro sobre el posmodernismo, ya se menciona de pasada a Gang of Four.
Por lo tanto volvemos a Vini Reilly y a su “columna Durruti”, pues cuando estos sacaron su album de debut no hicieron sino reproducir el título del cómic de Bertrand, titulándolo The Return of the Durutti Column. Irónicamente cuando empezaban ya estaban de vuelta. Esto es algo muy post-punk, me explico, la ultra-conciencia de la temporalidad y de la historicidad de los movimientos musicales en su sucesión década trás década y la consciente manipulación de los clichés asociados a las modas y las tendencias como base de esa misma operación deconstructiva que está en el sustrato de su ser.
Pero para entender las verdaderas filiaciones que se derivan de, por ejemplo el post-punk y el situacionismo, deberíamos echar una mirada a otro grupo fundamental, que a pesar de que últimamente permanece un tanto en la sombra, brilla conceptualmente como un ejercicio dialéctico que auna teoría y praxis de manera caústica y totalizadora: Stereolab. La viñeta del cómic de Bertrand que aquí reproducimos bien podría servirles a ellos también.
Texto viñeta:
– De la reificación.
– Ya veo, es un trabajo muy serio, con grandes libros y un montón de papeles en una gran mesa.
– No, me paseo. Principalmente me paseo.”